Guia clinica sobre el ciberacoso

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Las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) son herramientas que han revolucionado el mundo actual y están presentes en la mayoría de los hogares españoles y centros escolares, por eso es necesario que la población infantojuvenil conozca cómo utilizarlas de una forma adecuada. Los menores han nacido en la era de las TIC, haciendo uso de ellas desde edades muy tempranas. El inicio del uso de las TIC está alrededor del año de edad; son los llamados nativos digitales (personas nacidas a partir de los años 80 que han convivido desde pequeños con las TIC). Los nativos digitales saben usar las TIC, pero no siempre tienen la información necesaria para hacerlo de forma responsable y siendo conscientes de las posibles amenazas. Al igual que en muchas otras áreas de la vida, es responsabilidad de los adultos educar en el uso adecuado y respetuoso de las TIC, valorar si el menor está capacitado para realizar un uso seguro y supervisarlo cuando sea preciso. Es necesario que los adultos, tanto padres, profesores como profesionales sanitarios, estén formados y sepan cómo poder ayudar a los menores.

Alcohol y adolescencia, un combinado nefasto

Madrid, 09 ago ( efesalud.com ). El doctor José Casas Rivero mira de frente al del objetivo de la cámara, operada en esta ocasión por su hija María Casas, y nos plantea en su vídeoblog un tema que se nos escapa de las manos: el alcoholismo en la adolescencia, «un comportamiento que puede acarrear consecuencias […]

La aparente anarquía de la menstruación adolescente

Madrid, 07 ene (efesalud.com). El doctor José Casas Rivero, responsable de la Unidad de la Adolescencia del Hospital Universitario La Paz, pone el foco de este vídeoblog en otra de las alteraciones del ciclo menstrual después de la menarquia, justo al comienzo de la edad ginecológica: la hemorragia disfuncional, cuando «la anarquía» parece revolucionar este periodo juvenil.

El ciclo menstrual, que está controlado por la hipófisis -glándula endocrina que segrega hormonas-, está normalizado en 28 o 30 días, periodo que va desde el primer día de una regla al primero de la regla siguiente, y suele durar cuatro o cinco días. Durante este periodo el cuerpo de la mujer se prepara para el embarazo.

Las hormonas «comunican» al ovario que debe producir estrógenos -proliferación celular- y progesterona -preparación del endometrio para la implantación del óvulo fecundado-. Si no se produce el embarazo, el endometrio se descama -sangrado- y comienza de nuevo el ciclo menstrual.

De manera frecuente, las adolescentes sufren desajustes, sobre todo durante el primer año de la regla: «Hay veces que le viene de forma muy seguida y en otras tiene faltas; en ocasiones mancha mucho y en cambio apenas lo parece en algunas», menciona José Casas.

¿Y por qué?… «Muchos ciclos menstruales a estas edades no son ovulatorios: El eje hipotálamo-hipofisario ovárico está inmaduro. Los estrógenos actúan sobre el útero sin tener el control de la progesterona. El endometrio crece sin regulación. Sangra de manera anárquica», dice el doctor.

Lo habitual es que la maduración se efectúe en los siguientes meses después de la primera regla y los ciclos se hagan regulares.

«Las hemorragias persistentes apuntan a problemas importantes de base, como alteraciones de la coagulación, tumores, quistes ováricos o patologías como el lupus -enfermedad de la piel o las mucosas-«, indica el pediatra.

El tratamiento de esta disfunción a nivel primario es «muy fácil» en adolescentes completamente sanas.

Los médicos especialistas, como José Casas Rivero, recetan anticonceptivos orales, «francamente seguros y con escasos efectos secundarios». Se toman de forma cíclica para regular la regla de forma predecible y también para reducir la cantidad de sangre y el número de días de hemorragia.

San Valentín adolescente

Madrid, 10 feb (efesalud.com). El especialista en adolescencia, José Casas Rivero, pediatra del Hospital Universitario La Paz, vídeobloguea sobre la actitud de los adultos frente al primer amor de sus hijos adolescentes, una relación de pareja «innegable» que no conviene impedir o desprestigiar para que no se convierta en el único objetivo de su día a día.

«Se nos pone una sonrisa bobalicona cuando recordamos nuestro primer amor… cuando nos descubríamos pensando solo en ella o pintando corazoncitos en los cuadernos o escribiendo su nombre floreado en los libros o nos asombraban las mariposas que revoloteaban en nuestro pecho o nos angustiaba el nudo que nos apretaba en el estómago», evoca José Casas.

«Pero cuando vemos a nuestro hijo o hija adolescente enamorado -continúa-, seguramente se nos coagula la sonrisa de forma instantánea. Es natural que nos preocupemos y queramos proteger a nuestro retoños ante cualquier frustración que les cause dolor, cuando no de los riesgos que entrañan las relaciones de pareja».

Los adultos deben aceptar que los adolescentes se enamoran. Que es algo normal, incluso imprescindible, para su desarrollo psicológico.

«Según van creciendo, se interesan por otras personas. Y en algún momento dado puede surgir el primer amor. Es más, es conveniente en la evolución de cualquier persona para poder llegar a ser un adulto maduro y saludable, integrándose en la sociedad moderna de una forma completa», dice el doctor Casas.

«El amor adolescente es real y existe -añade-. Está ahí y posiblemente sea uno de los sentimientos más intensos que se pueda llegar a tener en cualquier otra relación a lo largo de la vida. Siempre recordaremos nuestro primer amor».

Si el adulto entorpece o prohíbe este tipo de relación de pareja, el adolescente puede convertirla en un idilio absolutamente prioritario.

«Simplemente lo transfiguramos en un asunto más interesante para ellos. No podemos dar opiniones que no se nos han pedido. Si las damos de esta forma o indicamos que su amor no es el más adecuado, el efecto puede ser contraproducente. El adolescente hará méritos para que su relación funcione a las mil maravillas», señala.

«Aceptar la relación nos permitirá hablar con nuestros hijos de diferentes temas relacionados con el amor y el sexo -asegura- y establecer límites coherentes que puedan ayudarles a ir desarrollando una relación de forma satisfactoria y coherente».

Pero la comprensión y el cariño hacia nuestros hijos no nos pueden llevar a bajar la guardia.

«Tenemos que estar ojo avizor para que esta relación esté basada en el mutuo respeto, aunque su comportamiento estará determinado, como siempre, por el ejemplo que observan a diario en su casa. Si las relaciones familiares son de cariño, tenderán a esperar eso mismo de su primera relación o de sus relaciones amorosas futuras», advierte.

Para finalizar, el responsable de la Unidad de Adolescencia del Hospital La Paz, el doctor José Casas Rivero, «nos ofrece una rosa roja para que celebremos un feliz San Valentín al lado de nuestros hijos adolescentes y disfrutemos de su primer amor».