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El papel de la familia en el tratamiento del TDAH

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo que acompaña a muchos niños y adolescentes en su día a día académico, social y familiar. Comprender su dinámica y, sobre todo, el papel de la familia en la intervención es decisivo para mejorar la calidad de vida del adolescente y de su entorno. La evidencia científica respalda un abordaje multimodal (psicoeducación, ajustes conductuales, coordinación escolar y tratamiento farmacológico) en el que el hogar es el primer escenario terapéutico. Para una introducción clara y rigurosa sobre definición, síntomas y tratamientos, puede consultarse la guía de MedlinePlus sobre TDAH, uno de los portales de salud más visitados del mundo.   Este artículo está escrito para madres, padres y cuidadores que desean pasar de la incertidumbre a la acción. A lo largo del texto hablaremos de familia y TDAH en términos prácticos: cómo organizar rutinas, cómo comunicarse sin dañar la autoestima, cómo coordinarse con el colegio y cómo acompañar el manejo de la medicación cuando está indicada. También verá cuándo conviene pedir una valoración especializada en nuestra Unidad de Pediatría y Medicina de la Adolescencia.   familia y tdah  

Qué entendemos por familia y TDAH: del diagnóstico a la convivencia

Familia y TDAH” no es solo el contexto donde se observan las conductas, sino la primera línea de intervención. La familia:

  • Observa y documenta los síntomas en distintos entornos (casa, parque, actividades).
  • Sirve de puente con la escuela y los profesionales sanitarios.
  • Implementa rutinas, normas y refuerzos positivos.
  • Ayuda a que el niño y el adolescente integren su diagnóstico sin estigma.
  • Acompaña la adherencia al tratamiento cuando el equipo clínico lo indica.

  El diagnóstico de TDAH se realiza por evaluación clínica, recogiendo historia evolutiva y conductual, y valorando el impacto funcional en al menos dos contextos (casa y escuela). Para el diagnóstico no se necesitan pruebas médicas, aunque en ocasiones se solicita un estudio neuropsicológico. Muchas familias llegan a consulta abrumadas por etiquetas contradictorias. La psicoeducación les permite comprender que el TDAH no es mala conducta ni falta de interés, sino una diferencia en el mantenimiento de la atención, en la regulación emocional, la impulsividad y la actividad secundarias a una base neurobiológica.  

Familia y TDAH: objetivos del tratamiento multimodal en casa

En la intervención familiar, los objetivos realistas son preferibles a los perfectos. Los principales:

  • Reducir la fricción diaria con sistemas de organización simples.
  • Aumentar la autonomía del adolescente paso a paso.
  • Proteger la autoestima, desconectando la valía personal del rendimiento escolar.
  • Mejorar el clima emocional con comunicación clara y acuerdos explícitos.
  • Coordinar apoyos con el centro educativo y el equipo clínico.

  La familia no “cura” el TDAH, pero modula su impacto y multiplica la eficacia del tratamiento clínico y escolar.  

Señales que la familia puede observar sin patologizar

No todo es TDAH, ni todo en el TDAH se explica por el diagnóstico. Observar con calma ayuda a priorizar:

  • Atención: pierde el hilo, olvida tareas, posterga, se distrae con facilidad.
  • Impulsividad: interrumpe, responde sin pensar, dificultad para esperar turnos.
  • Hiperactividad: necesidad de movimiento, inquietud motora o “motor interno”.
  • Organización: le cuesta iniciar, secuenciar y terminar una tarea.
  • Emoción: frustración rápida, cambios de humor, sensibilidad al rechazo.
  • Sueño y pantallas: retraso de la hora de dormir, despertares, uso excesivo de dispositivos.
  • Rendimiento: fluctuaciones marcadas pese a buen potencial.

  Registrar ejemplos concretos y su contexto (antes/después de pantallas, hambre, sueño, ejercicio) será muy útil en la consulta con el profesional de la Unidad de Medicina de la Adolescencia.  

Cómo explicar el diagnóstico en casa y reducir el estigma

La conversación “familia y TDAH” comienza por normalizar y nombrar. Claves:

  • Explicar en positivo: “Tu cerebro funciona con más chispa y necesita estrategias”.
  • Separar persona y conducta: “Te queremos igual cuando te sale y cuando no”.
  • Definir expectativas: “No buscamos perfección, buscamos progreso”. El TDAH no es una excusa para no avanzar.
  • Evitar comparaciones con hermanos o compañeros.
  • Modelo adulto: si los adultos pierden el control, se repara después con disculpas claras.

  Integrar el diagnóstico ayuda al adolescente a pedir ayuda y a entender qué le pasa.  

Organización y rutinas: la arquitectura invisible que sostiene el día

El TDAH no es un problema de saber qué hay que hacer, sino de ejecutar lo que ya se sabe. Por eso la organización es terapéutica:

  • Rutinas visuales por franjas (mañana, tarde, noche).
  • Una sola lista visible con 3 tareas “críticas del día”.
  • Externalizar el tiempo con un reloj analógico y temporizadores para bloques cortos (10-20 min).
  • Descomponer tareas: “estudiar biología” → “leer 2 páginas + subrayar + 5 preguntas”.
  • Regla del inicio fácil: comenzar por 2 minutos evita la barrera de arrancar.
  • Espacios organizados: mochila lista la noche anterior, material en un contenedor único.
  • Refuerzo positivo inmediato y específico: “Me gustó cómo empezaste sin que te lo pidiera”.

  Cuando hay dudas sobre la mejor manera de motivar o ayudar al adolescente, la coordinación con Neuropsicología Infanto-juvenil aporta protocolos de economía de fichas, contratos de conducta y entrenamiento a padres.  

Familia y TDAH y escuela: alianza práctica con el centro educativo

La escuela es el segundo escenario donde familia y TDAH deben funcionar en equipo. La Ley Orgánica 3/2020 de Educación recoge a los alumnos con trastornos de atención o de aprendizaje como alumnos con necesidades específicas de apoyos educativos (NEAE). Habitualmente es el equipo de orientación del colegio el que coordina las adaptaciones curriculares y no curriculares del alumno:

  • Reunión inicial para acordar objetivos realistas y ajustes (asiento preferente, fragmentación de tareas, tiempos extra, consignas por escrito). 
  • Agenda compartida (papel o digital) con entregas y exámenes.
  • Puntos de control semanales: “qué funcionó/qué ajustar”.
  • Retroalimentación breve del docente con foco en logros concretos.
  • Plan de exámenes: tiempo adicional, permitir demostración de aprendizaje en formatos variados cuando sea posible (oral, proyectos).

  Si existen dificultades de lenguaje o lectoescritura asociadas, puede ser necesaria una coordinación con PT (Pedagogía Terapéutica) o AL (Audición y Lenguaje) del centro escolar. En este aspecto los profesionales de psicopedagogía le harán las recomendaciones pertinentes.  

Gestión de emociones, impulsividad y conflictos en el hogar

La regulación emocional es parte central del binomio familia y TDAH. Pautas:

  • Regla del 80/20: 80% refuerzo positivo, 20% corrección.
  • Instrucciones de una sola frase y en tono neutro.
  • Paradas técnicas: retirar el estímulo antes de escalar (pausa breve y retorno).
  • Nombrar la emoción: “Estás frustrado; cuando baje la ola, lo hablamos”.
  • Reparación: después del conflicto, reconstruir el vínculo con un gesto claro.
  • Entrenar solución de problemas en 4 pasos: definir, idear opciones, elegir, revisar.

  El entrenamiento en habilidades socioemocionales con nuestro equipo de Psicología Infantil y Juvenil ayuda a consolidar estas herramientas.  

 

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Tecnología y sueño: pactos familiares que sí funcionan

El uso de pantallas, especialmente por la noche, empeora el círculo familia y TDAH – impulsividad – sueño:

  • Desconexión digital: retirar pantallas al menos 60-90 minutos antes de dormir. Cargar dispositivos fuera del dormitorio.
  • Aplicaciones útiles: crear una lista de apps permitidas (para estudio o relajación) y bloquear notificaciones en horarios establecidos.
  • Higiene del sueño: horarios regulares, luz solar por la mañana, habitación fresca y silenciosa.

  Cuando el insomnio es persistente, conviene revisar hábitos y consultar en la Unidad de Medicina de la Adolescencia.  

Alimentación, ejercicio y TDAH: el papel de la familia en hábitos que regulan

Hábitos que la familia puede sostener:

  • Desayuno saludable (ej.: un vaso de leche, con una tostada con aceite y jamón, una fruta) para estabilizar energía y atención.
  • Comidas regulares para evitar bajadas que disparen irritabilidad.
  • Agua a mano: la deshidratación empeora la concentración.
  • Ejercicio diario: idealmente aeróbico y en equipo o estructurado; mejora la atención y el sueño.

  Para planes personalizados y dudas, nuestro equipo de especialistas en Medicina de la Adolescencia puede evaluar y ajustar.  

Medicación y adherencia: lo que la familia debe conocer

En determinados casos, el equipo clínico puede indicar tratamiento farmacológico. Claves para la familia y TDAH:

  • La medicación no sustituye la intervención psicoeducativa ni las rutinas.
  • Debe administrarse exactamente como se prescribe; no ajustar por cuenta propia.
  • Observar respuesta funcional (inicio, pico y fin de efecto) y posibles efectos secundarios.
  • Registrar cambios en apetito, sueño y rendimiento para revisar en consulta.
  • Evitar mensajes ambivalentes como “La pastilla te ayuda, pero tú haces el trabajo”. En vez de esa frase, decir: “El tratamiento te ayuda a concentrarte mejor, y tú aprovechas esa ayuda para aprender”.

  La decisión, ajuste y seguimiento se realizan siempre con el especialista de referencia en la Unidad de Medicina de la Adolescencia.  

Roles dentro de la familia: hermanos, abuelos y separaciones

El TDAH impacta en todo el sistema familiar:

  • Hermanos: riesgo de comparaciones y resentimiento. Solución: tiempo individual de calidad, roles no parentales para hermanos mayores.
  • Abuelos: aliados valiosos si reciben la misma psicoeducación; evitar reinterpretar como “caprichos”.
  • Separaciones: coordinar normas básicas comunes en ambos hogares para que el adolescente no cargue con dobles reglas.

  La familia y el adolescente con TDAH se benefician de mensajes coherentes y de una red de apoyo con expectativas compartidas.  

TDAH en chicas adolescentes y enmascaramiento en casa

Como en otros trastornos del neurodesarrollo, el TDAH en las chicas puede expresarse con menos hiperactividad visible y más inatención, desorganización y ansiedad. Es frecuente el enmascaramiento (compensar a costa de esfuerzo interno), lo que retrasa el diagnóstico. La familia debe observar:

  • Cansancio extremo tras cumplir con todo.
  • Autocrítica elevada y miedo al error.
  • Problemas de sueño y somatizaciones.

  Ante la duda, conviene una evaluación con nuestro equipo de Medicina de la Adolescencia, en el que se incluye pediatra especialista en Medicina de la Adolescencia, psicólogo y psiquiatra infanto-juvenil.    familia y tdah  

Mitos frecuentes que dañan la convivencia familiar

 

“El TDAH se pasa solo al crecer.”

“Si quiere, puede; es cuestión de esfuerzo.”

“La medicación cambia la personalidad.”

“Es un problema de límites.”

“Las pantallas causan TDAH.”

  La realidad: el TDAH tiene una base neurobiológica, la motivación varía con el sistema de recompensa, y la medicación bien indicada no “cambia” a nadie; permite autorregular mejor.  

Señales de alarma que requieren revisión clínica

Señales de alarma que requieren evaluación médica, tanto en adolescentes con TDAH con/sin tratamiento y en adolescentes sin TDAH:

  • Deterioro notable del estado de ánimo o ideación autolesiva.
  • Insomnio persistente que afecta al rendimiento.
  • Pérdida de peso o cambios alimentarios llamativos.
  • Conflictos familiares que escalan con frecuencia.
  • Consumo de sustancias o conductas de riesgo.

En estos casos, coordinar evaluación con la Unidad de Medicina de la Adolescencia es prioritario.  

Opinión de un padre

“Llegamos muy cansados a la consulta porque cada tarde era una batalla. La doctora nos preguntó a fondo por nuestro hijo y luego, se quedó a solas con él. Luego nos explicó qué era realmente el TDAH y cómo afectaba a la vida. Nos explicó el tratamiento en casa, en el colegio y le puso medicación. Al principio nos daba miedo, pero ella nos explicó los pros, los contras y decidimos hacerle caso. En dos semanas bajaron los gritos y mi hijo empezó a estar más contento y motivado.  Separamos sus notas de su valía. Ahora hablamos más y discutimos menos. Seguimos teniendo retos, pero hay un plan y nos sentimos acompañados.” — Padre de un adolescente de 13 años atendido en la Unidad de Adolescencia.  

Preguntas frecuentes

 

¿El TDAH se cura?

No se “cura” en el sentido tradicional. Es un trastorno del neurodesarrollo que se gestiona combinando psicoeducación, estrategias conductuales, apoyos escolares y, en algunos casos, medicación. El objetivo es funcionar mejor y reducir el impacto en el día a día.  

¿Cómo sé si mi hijo necesita medicación?

La indicación la realiza el especialista tras valorar síntomas, impacto funcional y respuesta a las intervenciones no farmacológicas. La decisión es individualizada y se revisa periódicamente.  

¿La medicación los vuelve “zombis”?

No debería. Un ajuste adecuado mejora la autorregulación sin anular la personalidad. Si hay apatía o desánimo, se revisa dosis y pauta con el médico.  

¿Qué ajustes puede pedir la familia en el colegio?

Fragmentar tareas, instrucciones por escrito, asiento preferente, tiempos extra en exámenes, evaluación flexible de la comprensión y retroalimentación frecuente.  

¿El ejercicio ayuda al TDAH?

Sí. El ejercicio regular mejora la atención, estado de ánimo y sueño. Lo ideal es combinar actividad aeróbica con juego estructurado.  

¿Qué hago si en casa se enfada con facilidad?

Como padres no debemos entrar en todas las batallas: hay qué elegir qué es prioritario, ya que si no la sensación del adolescente es que hace todo mal. Hay que evitar la escalada del conflicto, usar instrucciones breves, aplicar paradas técnicas, nombrar la emoción y reforzar el inicio de conductas adecuadas. Si los conflictos son frecuentes, consultar con el equipo médico-psicológico.  

¿Cómo manejar las pantallas?

Establecer un toque de queda digital 60-90 minutos antes de dormir, retirar dispositivos del dormitorio, bloquear notificaciones por tramos y seleccionar contenidos. Para más información, se recomienda ver el Plan digital familiar de la Asociación Española de Pediatría.  

¿Las niñas pueden tener TDAH aunque no sean hiperactivas?

Sí. Con frecuencia predomina la inatención y el enmascaramiento. Si hay desorganización, ansiedad y fatiga por “cumplir con todo”, conviene valorar.  

Familia y TDAH: cierre práctico y cómo podemos ayudarte

La combinación familia y TDAH es el corazón del tratamiento. Cuando el hogar ofrece estructura, comunicación clara y refuerzo positivo, el adolescente desarrolla herramientas de autorregulación que perduran. Si a esto sumamos coordinación escolar y seguimiento clínico, el cambio es tangible: menos fricción diaria, más autonomía y mejor autoestima.   Si necesitas una valoración integral o quieres poner en marcha un plan de acción adaptado a tu caso, estamos a tu disposición: Unidad de Pediatría y Medicina de la Adolescencia del  Hospital Ruber Internacional.

Si observas alteraciones físicas o emocionales que te preocupan, puedes pedir cita con nuestro equipo de especialistas de la Unidad de Pediatría y Medicina de la Adolescencia del hospital Ruber Internacional.

📍 Hospital Ruber Internacional, C/ de La Masó, 38, 28034 Madrid

📞 91 387 51 47

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Dra. Fabiola - Unidad de Pediaría y Adolescencia Ruber Internacional  

 

Dra. Fabiola Guerrero Alzola

Especialista en Pediatría y Medicina del adolescente y adulto joven

 

 

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cambios hormonales en la adolescencia

Cambios hormonales en la adolescencia: cómo afectan al ánimo, al sueño y la conducta

La adolescencia es una etapa fascinante y compleja. Entre los 10 y los 18-21 años, el cuerpo y el cerebro de los jóvenes atraviesan transformaciones profundas que marcan su desarrollo hacia la vida adulta. Es lo más parecido a una metamorfosis. Detrás de muchos de estos cambios se encuentran las hormonas, unas sustancias que actúan como mensajeros químicos y que influyen no solo en el crecimiento físico, sino también en el estado de ánimo, el sueño y la conducta.  

Según MedlinePlus, las hormonas son esenciales para el desarrollo sexual, el metabolismo, el crecimiento y el equilibrio emocional. Comprender los cambios hormonales en la adolescencia permite a padres y educadores acompañar mejor a los jóvenes, detectar alteraciones a tiempo y fomentar hábitos saludables que favorezcan su bienestar integral.  

 

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cambios hormonales en la adolescencia

 

Qué son los cambios hormonales en la adolescencia

Las hormonas son sustancias producidas por las glándulas endocrinas que circulan por la sangre y regulan numerosas funciones corporales. En la adolescencia, en el cerebro se activa el eje hipotálamo-hipófisis-gonadal, desencadenando una cascada hormonal que estimula el crecimiento, la maduración sexual y el desarrollo emocional.   En esta etapa, las gónadas, los testículos y los ovarios, comienzan a producir estrógenos, testosterona y progesterona, mientras que otras, como la tiroides o las suprarrenales, también ajustan su funcionamiento para adaptarse a las nuevas necesidades del organismo.   Estos cambios hormonales en la adolescencia no ocurren de un día para otro, sino que se desarrollan progresivamente. Algunos adolescentes comienzan antes o después, y sus reacciones físicas y emocionales varían según factores genéticos, nutricionales y ambientales.  

Principales hormonas implicadas

Durante la pubertad, el cuerpo produce una combinación de hormonas que actúan sobre distintos sistemas del organismo. Las más conocidas son:

  • Hormona del crecimiento (GH): estimula el aumento de estatura, masa muscular y desarrollo óseo.
  • Hormonas sexuales (estrógenos y testosterona): responsables de los cambios físicos como el vello corporal, la voz más grave, el aumento del pecho o la menstruación.
  • Progesterona: regula el ciclo menstrual y el equilibrio hormonal en las mujeres.
  • Cortisol: hormona del estrés, que puede afectar al sueño, al estado de ánimo y a la concentración.
  • Melatonina: regula el ritmo del sueño y suele alterarse durante la adolescencia, provocando cambios en los patrones de descanso.

  Estas hormonas junto a otras trabajan de forma coordinada, pero cuando sus niveles varían bruscamente —algo habitual en esta etapa— pueden influir en la conducta, la vitalidad y el bienestar emocional.  

Cómo afectan los cambios hormonales en la adolescencia al estado de ánimo

Uno de los efectos más visibles de los cambios hormonales en la adolescencia es la variabilidad emocional. Es normal que los adolescentes experimenten altibajos de humor, irritabilidad o sensibilidad ante situaciones cotidianas.   Las fluctuaciones de estrógenos, testosterona y cortisol pueden provocar:

  • Cambios repentinos de ánimo.
  • Mayor sensibilidad ante la crítica.
  • Episodios de frustración o tristeza.
  • Necesidad de independencia y búsqueda de identidad.

Estos procesos forman parte del desarrollo emocional, pero también pueden significar síntomas de ansiedad o depresión si se prolongan o afectan a la vida diaria. En esos casos, es importante consultar con un especialista. En la Unidad de Pediatría y Medicina de la Adolescencia, del que forman parte profesionales de pediatría, psiquiatría y psicología infantil y juvenil, el acompañamiento profesional ayuda a distinguir entre cambios normales y síntomas de alarma.  

La influencia hormonal en el sueño adolescente

El sueño es uno de los aspectos más afectados por los cambios hormonales en la adolescencia. Durante la pubertad, el reloj biológico se desplaza: la secreción de melatonina —la hormona que induce el sueño— se retrasa, lo que hace que los adolescentes tiendan a dormirse y despertarse más tarde de forma fisiológica.    Además, el uso de pantallas y la exposición a la luz azul empeoran ese retraso, generando falta de descanso y somnolencia diurna. La melatonina y el cortisol actúan de manera opuesta: mientras la primera promueve el sueño, el segundo estimula la alerta. Por ello, el estrés académico o las preocupaciones sociales pueden alterar el descanso.   Dormir menos de lo necesario (8-10 horas, según necesidades personales) afecta a la memoria, a la concentración y a la regulación emocional. En la Unidad de Medicina de la Adolescencia, los especialistas abordan de manera integral estos trastornos, realizando un abordaje integral del sueño del adolescente, combinando pautas de higiene del sueño con tratamiento médico cuando fuera necesario.  

Cambios hormonales y conducta: impulsividad, motivación y relaciones sociales

Las hormonas también influyen en el comportamiento. La testosterona, por ejemplo, puede aumentar la impulsividad o la necesidad de asumir riesgos, mientras que los estrógenos están relacionados con la empatía y la sensibilidad emocional.   Durante este periodo, el cerebro adolescente aún está en desarrollo, especialmente el córtex prefrontal, encargado del control de impulsos y la toma de decisiones. Es decir, el conductor de nuestro cerebro está en formación. Esta combinación de alta carga hormonal y maduración cerebral en curso explica muchos comportamientos típicos:

  • Reacciones intensas ante la frustración.
  • Búsqueda de aprobación social.
  • Curiosidad por nuevas experiencias.
  • Dificultad para planificar o prever consecuencias.

Lejos de ser un problema, estas actitudes son parte del proceso de aprendizaje y consolidación de la identidad. Sin embargo, cuando los cambios hormonales generan alteraciones importantes en la conducta, puede ser recomendable una valoración médica o psicológica.    

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Alimentación y ejercicio: aliados del equilibrio hormonal

Una dieta equilibrada y el ejercicio regular pueden ayudar a mantener la estabilidad durante los cambios hormonales en la adolescencia. El cuerpo necesita nutrientes adecuados para producir y regular las hormonas correctamente.  

Recomendaciones básicas para la alimentación:

  • Dieta equilibrada, que incluya frutas y verduras, cereales integrales, legumbres, pescado, carnes, huevos y leche. 
  • Evitar el exceso de azúcares refinados y ultraprocesados.
  • Mantener una correcta hidratación.
  • Practicar actividad física moderada diaria.

El ejercicio mejora la secreción de endorfinas, reduce el estrés y favorece la calidad del sueño. En la Unidad de Medicina de la Adolescencia, el pediatra, endocrino y nutricionista infanto-juvenil, ofrece orientación personalizada para establecer hábitos saludables adaptados a cada edad.  

 

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Cuándo consultar al especialista

Aunque los cambios hormonales en la adolescencia son naturales, hay señales que pueden indicar la necesidad de una valoración médica:

  • Pubertad muy precoz (antes de los 8 años en niñas o 9 en niños). Se considera pubertad precoz si la niña comienza con botón mamario o en el niño aumenta el volumen testicular > 4 ml.
  • Retraso en el desarrollo físico o ausencia de cambios tras los 14 años.
  • Cambios bruscos de peso sin causa aparente.
  • Alteraciones menstruales persistentes.
  • Trastornos del sueño o del estado de ánimo prolongados.

En Pediatría del hospital Ruber Internacional, el abordaje de la adolescencia es integral y coordinado. El equipo de pediatría, endocrinología y psicología trabaja de forma conjunta para acompañar a cada joven en su desarrollo físico y emocional.  

 

cambios hormonales

Opinión de una madre

«Mi hijo comenzó la adolescencia con muchos altibajos emocionales. Dormía mal, estaba más irritable y nos costaba entender qué le pasaba. En la Unidad de Adolescencia de Ruber Internacional nos ayudaron a comprender que eran cambios hormonales normales, pero también nos enseñaron pautas para mejorar su descanso y comunicación. Hoy lo vemos más tranquilo y seguro de sí mismo.» — Madre de paciente de 14 años.  

Preguntas frecuentes sobre los cambios hormonales en la adolescencia

 

¿A qué edad comienzan los cambios hormonales en la adolescencia?

Generalmente entre los 10 y los 12 años en las niñas, y entre los 11 y 13 en los niños, aunque puede variar según factores genéticos y ambientales.  

¿Por qué los adolescentes tienen cambios de humor tan frecuentes?

Las fluctuaciones hormonales afectan la serotonina y otras sustancias del cerebro, provocando variaciones emocionales que son parte del desarrollo normal.  

¿Los cambios hormonales pueden causar acné?

Sí. El aumento de testosterona estimula las glándulas sebáceas, lo que puede generar obstrucciones y aparición de granos o acné.  

¿Es normal que cambien los horarios de sueño?

Sí, la melatonina se libera más tarde, haciendo que los adolescentes tiendan a acostarse y despertarse más tarde.  

¿Cuánto duran los cambios hormonales?

El proceso puede extenderse entre 5 y 8 años, dependiendo del ritmo madurativo individual.  

¿Las hormonas afectan la memoria y la concentración?

Sí. Los cambios hormonales pueden alterar la atención y la memoria a corto plazo, aunque suelen mejorar con el tiempo.  

¿Qué alimentos ayudan al equilibrio hormonal?

Una dieta rica en frutas, verduras, pescado, legumbres, frutos secos y cereales integrales favorece la producción equilibrada de hormonas.  

¿Cuándo es necesario acudir al médico o al endocrinólogo?

Si existen alteraciones en el crecimiento, irregularidades menstruales o síntomas emocionales persistentes que afecten a la vida diaria.  

Acompañar los cambios con empatía y orientación profesional

La adolescencia no es una tormenta, sino una transformación. Comprender los cambios hormonales en la adolescencia ayuda a las familias a entender ese proceso, a ofrecer apoyo adecuado a su hijo y darle la orientación adecuada… y a tener paciencia en esa metamorfosis. En esta etapa, la comunicación abierta y los hábitos saludables son claves para que el adolescente viva este proceso con equilibrio. No debemos olvidar que en ocasiones es necesario acompañamiento, asesoramiento y tratamiento médico.   

Si observas alteraciones físicas o emocionales que te preocupan, puedes pedir cita con nuestro equipo de especialistas de la Unidad de Pediatría y Medicina de la Adolescencia del hospital Ruber Internacional.

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Dra. Fabiola - Unidad de Pediaría y Adolescencia Ruber Internacional

 

 

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Especialista en Pediatría y Medicina del adolescente y adulto joven

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