San Valentín adolescente
Madrid, 10 feb (efesalud.com). El especialista en adolescencia, José Casas Rivero, pediatra del Hospital Universitario La Paz, vídeobloguea sobre la actitud de los adultos frente al primer amor de sus hijos adolescentes, una relación de pareja «innegable» que no conviene impedir o desprestigiar para que no se convierta en el único objetivo de su día a día.
«Se nos pone una sonrisa bobalicona cuando recordamos nuestro primer amor… cuando nos descubríamos pensando solo en ella o pintando corazoncitos en los cuadernos o escribiendo su nombre floreado en los libros o nos asombraban las mariposas que revoloteaban en nuestro pecho o nos angustiaba el nudo que nos apretaba en el estómago», evoca José Casas.
«Pero cuando vemos a nuestro hijo o hija adolescente enamorado -continúa-, seguramente se nos coagula la sonrisa de forma instantánea. Es natural que nos preocupemos y queramos proteger a nuestro retoños ante cualquier frustración que les cause dolor, cuando no de los riesgos que entrañan las relaciones de pareja».
Los adultos deben aceptar que los adolescentes se enamoran. Que es algo normal, incluso imprescindible, para su desarrollo psicológico.
«Según van creciendo, se interesan por otras personas. Y en algún momento dado puede surgir el primer amor. Es más, es conveniente en la evolución de cualquier persona para poder llegar a ser un adulto maduro y saludable, integrándose en la sociedad moderna de una forma completa», dice el doctor Casas.
«El amor adolescente es real y existe -añade-. Está ahí y posiblemente sea uno de los sentimientos más intensos que se pueda llegar a tener en cualquier otra relación a lo largo de la vida. Siempre recordaremos nuestro primer amor».
Si el adulto entorpece o prohíbe este tipo de relación de pareja, el adolescente puede convertirla en un idilio absolutamente prioritario.
«Simplemente lo transfiguramos en un asunto más interesante para ellos. No podemos dar opiniones que no se nos han pedido. Si las damos de esta forma o indicamos que su amor no es el más adecuado, el efecto puede ser contraproducente. El adolescente hará méritos para que su relación funcione a las mil maravillas», señala.
«Aceptar la relación nos permitirá hablar con nuestros hijos de diferentes temas relacionados con el amor y el sexo -asegura- y establecer límites coherentes que puedan ayudarles a ir desarrollando una relación de forma satisfactoria y coherente».
Pero la comprensión y el cariño hacia nuestros hijos no nos pueden llevar a bajar la guardia.
«Tenemos que estar ojo avizor para que esta relación esté basada en el mutuo respeto, aunque su comportamiento estará determinado, como siempre, por el ejemplo que observan a diario en su casa. Si las relaciones familiares son de cariño, tenderán a esperar eso mismo de su primera relación o de sus relaciones amorosas futuras», advierte.
Para finalizar, el responsable de la Unidad de Adolescencia del Hospital La Paz, el doctor José Casas Rivero, «nos ofrece una rosa roja para que celebremos un feliz San Valentín al lado de nuestros hijos adolescentes y disfrutemos de su primer amor».