SOL Y FOTOPROTECTORES EN NIÑOS ¿QUÉ DEBES SABER?
Se acercan las vacaciones y los días de sol, pero no debemos olvidar que la exposición solar excesiva sin protección puede tener efectos dañinos sobre la piel. El sol es una de las principales causas de envejecimiento cutáneo prematuro, favorece la aparición de lunares, manchas, arrugas y cánceres de piel. Hay que recordar que la piel tiene memoria, es decir, los efectos de las radiaciones solares recibidas a lo largo de la vida tienen un efecto acumulativo, de modo que las quemaduras solares producidas durante la infancia pueden tener graves consecuencias en la edad adulta.
Los niños son más vulnerables a los rayos solares, pues su piel es más fina y delicada, y por ello es fundamental extremar las medidas de protección en la infancia y así prevenir futuros riesgos para la salud.
Los recién nacidos no deberían exponerse a los rayos solares. Los lactantes mayores de seis meses pueden exponerse al sol con protección, teniendo especial cuidado en no bajar la guardia cuando los niños crecen, ya que los estudios demuestran que a partir de los 10 años la concienciación de los padres respecto a la fotoprotección suele ser mucho menor.
A continuación presentamos 5 tips básicos para disfrutar este verano del sol de forma segura sin sufrir sus posibles efectos nocivos:
1. Exposición solar progresiva
Los primeros días de vacaciones debemos controlar cuidadosamente el tiempo de exposición solar e irlo aumentando progresivamente a lo largo de los siguientes días.
2. Usar cremas solares
Aplicarse cremas de protección solar es algo imprescindible antes de una exposición al sol. Cuando compremos un fotoprotector debemos fijarnos en el índice FPS (factor de protección solar), que ofrezca protección frente a los rayos ultravioleta de tipo A y B (UVA/UVB) y que tenga la marca CE de la Unión Europea. No se deben usar productos caducados ni de años anteriores, pues una vez abiertos suelen tener una vida media de 12 meses. Se debe utilizar como mínimo un FPS de 30 (o de 50 en caso de ser de piel muy clara o pelirrojo) y aplicarlo de forma generosa sobre las zonas a proteger 30 minutos antes de la exposición solar (lo ideal sería ponerlos antes de salir de casa).
Debe prestarse especial atención a las zonas más sensibles (cara, cuello, orejas y parte superior de los pies). Durante el periodo que dure la exposición solar se debe renovar la aplicación del protector solar con frecuencia (cada 2-3 horas), especialmente tras el baño, el secado con toalla o la sudoración excesiva, aunque el producto sea “water resistant” o “water proof”, ya que ambos se eliminan tras estar en el agua unos 40 u 80 minutos respectivamente y las gotas de agua que permanecen en la piel mojada actúan como una lupa de aumento favoreciendo las quemaduras solares.
No debemos confiarnos en los días nublados, pues las nubes dejan pasar la radiación ultravioleta del sol, ni tampoco si estamos a la sombra de un árbol o bajo la sombrilla, pues el césped, la arena de la playa y el agua del mar son potentes pantallas reflectoras que aumentan la potencia de los rayos solares.
3. No olvidar la fotoprotección física
Siempre que sea posible es mejor mantenerse a la sombra y en un sitio fresco. La ropa es el mejor escudo de un bebé, y es mejor que sea de algodón. Las gafas de sol y los gorros o sombreros con alas se convierten en complementos imprescindibles en los meses estivales.
4. No tomar el Sol en las horas centrales del día
Se debe evitar la exposición solar directa entre las doce de la mañana y las cuatro de la tarde. En esta franja horaria la radiación solar es más fuerte y el riesgo de quemarse es mucho mayor.
5. Hidratar la piel tanto por dentro como por fuera
Es importante beber agua con frecuencia para compensar la pérdida de agua que se produce durante la exposición solar. Tras la ducha diaria es conveniente utilizar preparados tipo aftersun que calmen e hidraten la piel castigada por el cloro, la sal, el sol y el sudor.
Cristina Puente Sánchez
Pediatra