El TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) es un trastorno que afecta entre un 5 y un 10% de la población infanto-juvenil y representa entre el 20 y el 40% de las consultas en los servicios de psiquiatría para menores.
Si un paciente hiperactivo necesita tratamiento, cuanto antes lo reciba, mejor será su evolución. Los chicos bien tratados desde la infancia llegan a la adolescencia con comportamientos y desarrollos similares al resto de adolescentes. En cambio, en los no tratados, se multiplica por cinco la posibilidad de meterse en problemas, de abusar de las drogas, del alcohol, fracaso escolar, peleas….
Por este motivo, los pacientes con TDAH sin diagnóstico llegan muchas veces en la adolescencia con complicaciones añadidas, como abuso de tóxicos, fracaso escolar o problemas en la convivencia familiar. Todos estos síntomas suelen dificultar el diagnóstico de esta patología.
Muy a menudo, el adolescente con TDAH va de fracaso en fracaso y tienen la dificultad añadida de que la mayoría de los médicos no se suelen sentir cómodos con este tipo de pacientes, y específicamente de esta edad. Suelen ser difíciles de manejar y la mayoría de profesionales carecen de la formación necesaria para poder calmar sus miedos, ansiedades o afrontar su rechazo a dejarse ayudar por el médico.
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