acoso escolar en adolescentes

Acoso escolar en adolescentes: señales invisibles y cómo actuar a tiempo

El acoso escolar en adolescentes es un problema de salud pública que afecta al bienestar físico, emocional y social de miles de familias. No se limita a empujones en el patio: incluye formas sutiles de exclusión, humillaciones públicas y ciberacoso que ocurren las 24 horas del día. En Pediatría Ruber Internacional acompañamos a familias y centros educativos en la detección temprana, la valoración médica y la intervención coordinada. Este artículo ofrece una guía práctica y rigurosa para reconocer las señales invisibles y actuar a tiempo con respaldo profesional.

Para ampliar información divulgativa de referencia, consulta UNICEF: Acoso escolar y ciberacoso. La información de esta página no sustituye la valoración clínica. Si sospechas acoso escolar en adolescentes, puedes solicitar valoración en nuestra Unidad de Adolescencia, o consultar la disponibilidad del equipo de Psicología infantil y juvenil. Para contacto directo: Contacto y cómo llegar en Dónde estamos.  

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  acoso escolar en adolescentes

Qué es el acoso escolar

Llamamos acoso escolar en adolescentes a la violencia repetida y deliberada entre iguales, con desequilibrio de poder (físico, social o psicológico) que se mantiene en el tiempo. No todo conflicto entre compañeros es acoso: las peleas puntuales o los malentendidos requieren mediación, pero no cumplen criterios de acoso si no hay repetición, intención de dañar y asimetría. Formas frecuentes:

  • Físico: empujones, zancadillas, robo o daño de pertenencias.
  • Verbal: insultos, motes, burlas sobre el cuerpo, el acento o la orientación.
  • Social/relacional: aislamiento, rumores, “ley del hielo”, manipulación del grupo.
  • Ciberacoso: humillaciones en chats y redes, difusión de fotos o vídeos, suplantación de identidad, doxxing.

El ciberacoso intensifica el daño por su alcance (viralidad), disponibilidad permanente y dificultad para “escapar”. Su impacto se refleja en el sueño, la alimentación, el rendimiento escolar y las relaciones familiares.

Acoso escolar en adolescentes: por qué se hace “invisible”

El acoso escolar en adolescentes se oculta por múltiples razones:

  • Miedo a represalias o a empeorar la situación.
  • Normalización de bromas hirientes como “cosas de la edad”.
  • Vergüenza y culpa de la víctima al “no saber defenderse”.
  • Códigos del grupo que sancionan al “soplón”.

Además, muchas agresiones ocurren fuera de la mirada adulta (baños, pasillos, paradas de autobús, grupos privados en redes). Por ello, la detección se basa en cambios de conducta y señales somáticas más que en “ver el golpe”.

Señales invisibles en casa y en el colegio

Las señales suelen ser acumulativas y persistentes durante semanas. Varias de ellas juntas aumentan la sospecha de acoso escolar en adolescentes. En casa:

  • Cambios bruscos de humor, irritabilidad o llanto sin motivo aparente.
  • Trastornos del sueño (insomnio, pesadillas), despertar anticipado.
  • Quejas somáticas recurrentes antes de ir al colegio (dolor abdominal, cefaleas).
  • Pérdida o robo repetido de objetos; ropa rota o sucia.
  • Evitación de ciertas rutas, puertas o grupos; solicitud insistente de “que le lleven”.
  • Cambios en el apetito, atracones nocturnos o restricción alimentaria.
  • Descenso del rendimiento escolar sin causa académica clara.
  • Uso ansioso del móvil; borrado compulsivo de historiales y chats.

En el colegio:

  • Aislamiento en recreos, comedor o trabajos en grupo.
  • Rumores persistentes, risas cuando entra en clase, silencio en su presencia.
  • Cambios de asiento a propósito para separarle del grupo.
  • Evitar educación física o vestuarios por humillaciones.
  • Malestar marcado ante determinadas asignaturas o profesores si no hay motivo académico.

Cuando observas dos o más señales durante varias semanas, conviene consultar con pediatría y con el centro para una valoración coordinada. Puedes iniciar el proceso a través de contacto.

Factores de riesgo y factores protectores

El acoso escolar en adolescentes no es culpa de la víctima. Existen factores de riesgo que incrementan la vulnerabilidad y factores protectores que amortiguan el impacto. Riesgo:

  • Baja autoestima, ansiedad social, dificultades de habilidades sociales.
  • Diferencias percibidas (acento, etnia, orientación, discapacidad, intereses).
  • Historia previa de acoso en cursos anteriores.
  • Alta exposición a redes sin supervisión y normas digitales laxas.
  • Climas escolares competitivos sin políticas antiacoso claras.

Protección:

  • Vínculo familiar seguro y comunicación abierta.
  • Normas explícitas antiacoso en el centro y profesorado formado.
  • Grupo de pares inclusivo; presencia de “defensores” activos.
  • Higiene digital y alfabetización mediática.
  • Participación en actividades estructuradas (deporte, arte, música) con referentes adultos positivos.

Cómo abrir la conversación en casa

Si sospechas acoso escolar en adolescentes, la forma de preguntar importa:

  • Ambiente seguro: elige un momento sin prisas, sin pantallas, en un lugar tranquilo.
  • Preguntas abiertas y específicas: “He notado que te cuesta dormir antes de clase y que ya no quieres ir en autobús. ¿Qué está pasando? ¿Te puedo ayudar? a la hora del r?”
  • Validación emocional: “Tiene sentido que te sientas así. Nadie merece ser tratado de esa manera.”
  • Evitar juicios o soluciones apresuradas: no minimices (“son bromas”), no dramatices en exceso (“mañana mismo voy a hablar con todos”), y no culpabilices (“deberías defenderte mejor”).
  • Ofrecer opciones y plan conjunto: “Podemos hablar con el tutor, revisar tus chats juntos o venir a una valoración a la Unidad de Adolescencia. ¿Qué prefieres primero?”

Documentar y preservar evidencias (incluido ciberacoso)

La documentación ayuda a objetivar el acoso escolar en adolescentes y a activar protocolos:

  • Capturas de pantalla con fecha y usuario visible (no manipular).
  • Guardar mensajes, audios y enlaces; evitar borrar chats.
  • Registrar episodios (día, hora, lugar, personas presentes, consecuencias).
  • Partes médicos si hay lesiones o crisis de ansiedad; en casos urgentes, acudir a Urgencias pediátricas si procede.
  • Comunicar por escrito al centro (correo al tutor/equipo directivo) solicitando activación del protocolo antiacoso, manteniendo un tono factual y respetuoso.

Acoso escolar en adolescentes: pasos para actuar con el colegio

  1. Citarse con el tutor aportando evidencias, registro de episodios y síntomas observados.
  2. Solicitar evaluación del equipo de convivencia/orientación y activación del protocolo antiacoso del centro.
  3. Plan de protección inmediata: cambios de asiento, rutas seguras entre clases, acompañamiento en recreos, supervisión en vestuarios, control de accesos a grupos de mensajería del aula.
  4. Seguimiento estructurado: fechas para revisar avances, canales de comunicación y responsables.
  5. Coordinación sanitaria: con nuestro equipo de Psicología infantil y juvenil y la Unidad de Adolescencia.
  6. Restitución y reparación: trabajo con el grupo, educación en espectadores activos (bystanders), y medidas disciplinarias cuando proceda.

  acoso escolar

Ciberacoso: higiene digital y seguridad

El acoso escolar en adolescentes suele entrelazarse con el ciberacoso. Pautas básicas:

  • Privacidad estricta en redes; revisar quién puede contactar y comentar.
  • Listas blancas de contactos; abandonar grupos tóxicos.
  • Bloquear y reportar usuarios; no responder a provocaciones.
  • Horarios sin pantalla antes de dormir; móvil fuera del dormitorio.
  • Control de contenidos compartidos: no reenviar material humillante de terceros.
  • Apoyo del adulto para gestionar la denuncia en plataforma y la conservación de pruebas.

Papel del pediatra y del equipo multidisciplinar

En Pediatría Ruber Internacional abordamos el acoso escolar en adolescentes desde la salud integral:

  • Valoración clínica: estado general, sueño, apetito, síntomas psicosomáticos, crisis de ansiedad.
  • Screening emocional: síntomas de depresión, ideación autolesiva, consumo de sustancias.
  • Plan terapéutico individualizado con psicoterapia (reestructuración cognitiva, habilidades sociales, asertividad, regulación emocional) y pautas para la familia.
  • Coordinación con el centro con consentimiento familiar: ajustes en el entorno, restitución social y prevención.
  • Revisión periódica para evaluar evolución y ajustar intervenciones.

Más detalles y solicitud de cita: Unidad de Adolescencia y Psicología infantil y juvenil.

Acoso escolar en adolescentes y salud mental: cuándo es urgente

Acude de forma inmediata a valoración si aparecen:

  • Ideas de autolesión o verbalizaciones de muerte.
  • Crisis de ansiedad con hiperventilación, desmayos o pánico.
  • Conductas alimentarias desordenadas emergentes (restricción, atracones, vómitos).
  • Insomnio severo o pérdida rápida de peso.
  • Consumo de alcohol o fármacos para “aguantar”.

En situaciones agudas, consulta con Urgencias; puedes iniciar contacto desde Contacto.

Habilidades de afrontamiento para el adolescente

  • Asertividad básica: frases en primera persona, petición de cese (“PARA. NO ME HABLES ASÍ.”), retirada segura hacia un adulto de referencia.
  • Mapa de seguridad: identificar espacios y personas seguras en el centro; rutas alternativas.
  • Reestructuración cognitiva: trabajar creencias de culpa o “merecimiento”.
  • Red de pares: fomentar amistades protectoras y participación en actividades no académicas.
  • Rutinas de autocuidado: sueño, alimentación regular, ejercicio no competitivo, hobbies.

Trabajo con espectadores y grupo-clase

El acoso escolar en adolescentes se perpetúa cuando los espectadores refuerzan la agresión con risas o silencio. El trabajo eficaz incluye:

  • Educar al grupo en empatía y diversidad; promover espectadores defensores.
  • Códigos de aula contra motes y ridiculización.
  • Protocolos de reporte anónimo y tutorización entre iguales.
  • Reparación: actividades dirigidas por orientación para restituir la posición social de la víctima.

Prevención primaria: cultura escolar segura

  • Política explícita antiacoso comunicada a familias y alumnado.
  • Formación del profesorado en detección e intervención.
  • Educación digital (privacidad, rumor, edición de imagen, discurso de odio).
  • Tutorías con actividades socioemocionales programadas.
  • Evaluación periódica del clima (encuestas anónimas, buzones de convivencia).

Opinión de un paciente

“Somos padres de un chico de 14 años. Empezamos a notar cambios: decía que le dolía el estómago antes de salir, quería que le lleváramos hasta la puerta y pedía cambiarse de ruta. En casa estaba irritable y evitaba hablar del instituto. Tras documentar varios episodios y revisar su móvil con él, comprobamos mensajes humillantes en el grupo de clase. En la Unidad de Adolescencia evaluaron su estado emocional, nos ayudaron a activar el protocolo del centro y nos dieron pautas de higiene digital. Con el apoyo de Psicología infantil y juvenil aprendió a responder con asertividad y recuperó a dos amigos que hoy son su red de apoyo. El cambio fue progresivo, pero se siente seguro y ha vuelto a disfrutar del colegio.” (Testimonio real anonimizado con permiso para uso divulgativo.)

Preguntas frecuentes

¿Cómo diferencio un conflicto puntual del acoso escolar en adolescentes?

El acoso implica intención de dañar, repetición en el tiempo y desequilibrio de poder. Una pelea aislada o un malentendido no lo son. Si hay patrones persistentes y asimetría, sospecha acoso.

¿Debo hablar primero con el tutor o con mi hijo?

Primero con tu hijo, validando su malestar y acordando pasos. Después, con el tutor/equipo de convivencia aportando evidencias. Mantén la coordinación periódica.

¿Retiro el móvil si hay ciberacoso?

 bloquear, reportar, preservar pruebas, ajustar la privacidad y pactar horarios y contenidos. Busca apoyo profesional.

¿Qué hacer si mi hijo no quiere que lo cuente en el colegio?

Valida su miedo, explica que la seguridad es prioritaria y que existen medidas discrecionales. Acordad juntos cómo y a quién va a  comunicarlo. Ofrece acompañarle a la reunión.

¿El acoso escolar en adolescentes afecta al rendimiento académico?

Con frecuencia sí: problemas de atención, ausencias, somatizaciones y caída del rendimiento. El apoyo coordinado suele revertirlo.

¿Cómo puede ayudar el colegio de forma concreta?

Con protocolos antiacoso, vigilancia en zonas de riesgo, cambios de asiento, acompañamiento en recreos, educación socioemocional, trabajo con el grupo y seguimiento.

¿Cuándo debo buscar ayuda clínica?

Si hay síntomas persistentes, alteraciones del sueño/alimentación, crisis de ansiedad, ideación autolesiva o deterioro funcional. Solicita cita en nuestra unidad.

¿Qué pasa con el agresor?

El centro debe aplicar medidas educativas y, cuando proceda, disciplinarias. Es importante comprender funciones del comportamiento, trabajar empatía y reparar el daño. Los agresores si tienen malestar, también necesitan ayuda profesional. Pide consulta. 

En dos minutos: qué hacer ante el acoso escolar en adolescentes (y cómo podemos ayudarte)

  • Observa señales persistentes: quejas somáticas antes de clase, cambios de ruta, aislamiento, ropa rota, descenso del rendimiento.
  • Habla sin culpar: valida el malestar, ofrece opciones y acordad pasos.
  • Documenta y preserva pruebas: capturas, registro de episodios, partes médicos si procede.
  • Activa el protocolo del centro: tutor, orientación y plan de protección.
  • Cuida la salud mental: valoración pediátrica y psicológica; habilidades de afrontamiento; higiene digital.
  • Sigue el caso: reuniones periódicas, ajustes y reparación del grupo.

Cuidar, acompañar y prevenir: un compromiso de todos

El acoso escolar en adolescentes no es un problema individual, sino un problema social que oucrre en el entorno escolar. Por ello, la responsabilidad es compartida entre familias, centros educativos y profesionales de la salud. Detectarlo a tiempo y abordarlo con serenidad puede evitar secuelas emocionales duraderas y fortalecer la autoestima de quienes lo sufren o lo ejercen. En Pediatría Ruber Internacional creemos en la prevención, la coordinación y la atención integral. Escuchar, observar y pedir ayuda son los tres pilares de una intervención eficaz.

¿Necesitas una valoración o asesoramiento personalizado por acoso escolar en adolescentes? PIDE CITA EN PEDIATRÍA RUBER INTERNACIONAL:  

📍 Hospital Ruber Internacional, C/ de La Masó, 38, 28034 Madrid

ç📞 91 387 51 47

📱 628 51 91 06

📧 pediatria.rbi@ruberinternacional.es

🌐 www.pediatriaruber.com    

 

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  DRA. MARIA ANGUSTIAS SALMERON

DRA. MARIA ANGUSTIAS SALMERON

Medicina de la Adolescencia

 

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redes sociales y trastornos alimentarios

Redes sociales y trastornos alimentarios: cómo influyen los filtros y los modelos de belleza

Los adolescentes socializan, se informan, se entretienen y construyen su identidad en las redes sociales. Este ecosistema digital ofrece oportunidades valiosas para adultos, pero amplifica los riesgos cuando se combina la inmadurez del cerebro, el desconocimiento porque aún no la adquirieron que les dificulta ser críticos. Además, la presión por la imagen corporal perfecta. En Pediatría Ruber Internacional atendemos cada vez más consultas de familias que observan cambios de conducta en la alimentación coincidiendo con el uso de plataformas como Instagram, TikTok o Snapchat. En este artículo analizamos cómo se relacionan redes sociales y trastornos alimentarios, qué señales observar y cómo actuar en casa y en el colegio para proteger su desarrollo cerebrla, el desarrollo de su identidad, salud física y emocional. Como referencia fiable y muy visitada, puedes ampliar en MedlinePlus: Trastornos de la alimentación. Esta información no sustituye la valoración profesional. Si detectas señales de alarma, pide una cita con nuestra Unidad de Adolescencia o con la unidad específica de Trastornos alimentarios.     redes sociales y trastornos alimentarios

Qué sabemos hoy

Hablar de redes sociales y trastornos alimentarios no significa afirmar que una aplicación cause por sí sola un TCA. Los TCA son enfermedades complejas que se deben a múltiples factores tanto a nivel biológico, psicológico, social y con gran variabilidad individual. Sin embargo, la forma en la que consumimos contenido digital puede actuar como factor de riesgo, precipitante o mantenedor de conductas alimentarias insanas que se normalizan como conductas “sanas”. Mecanismos relevantes:

  • Comparación social constante. El sesgo de los algoritmos hacia cuerpos normativos o extremadamente delgados/musculados amplifica la sensación de no encajar.
  • Filtros y edición de imagen. El uso cotidiano puede generar dismorfia por filtros y aumentar la insatisfacción corporal.
  • Retos virales y fitspiration. Mensajes aparentemente saludables esconden pautas restrictivas o hipercontroladas.
  • Refuerzo inmediato. Los “me gusta” fomentan conductas centradas en el cuerpo y el body checking.
  • Comunidades cerradas. Persisten espacios que romantizan el TCA pese a la moderación de plataformas.
  • El contenido o scrolling infinito. Aumenta el riesgo de estar expuestos durante más tiempo a este tipo de contenido porque “no tiene fin”.

El objetivo es atender el malestar emocional subyacente, valorar la problemática enfocada en soluciones en las redes sociales y buscar ayuda médica a tiempo.

Impacto de redes sociales y trastornos alimentarios en la imagen corporal

La adolescencia es una etapa de cambio físico, social y neurológico. La identidad se construye por el ejemplo familiar, social, escolar observando y siendo observado. En ese contexto, el scroll infinito introduce un espejo inagotable que condiciona expectativas y autovaloración.

  • Efecto de norma percibida. Si el feed muestra de forma abrumadora un mismo ideal, el adolescente infiere que “así debe ser”.
  • Hiperconsciencia corporal. Subir fotos, revisarlas y esperar validación aumenta el tiempo dedicado a pensar en el cuerpo.
  • Desregulación emocional. La comparación frecuente se asocia a emociones como vergüenza, culpa o ansiedad; restringir comida puede operar como intento de control.

Trabajar estas dinámicas forma parte del plan terapéutico. Nuestro equipo integra psicoeducación, intervención familiar y pautas de higiene digital junto con objetivos médicos.

Señales de alerta en casa y en el móvil

Las señales iniciales suelen ser sutiles. Observa patrones que se mantienen semanas:

En lo digital

  • Incremento de cuentas seguidas sobre déficit calórico, ayunos o “comer limpio o sano”.
  • Carpeteo de publicaciones con antes/después y contadores de calorías.
  • Uso intensivo de filtros y edición corporal en fotos propias.
  • Irritabilidad si se pregunta por el contenido consumido o si se proponen cambios.

En la conducta y el cuerpo

  • Saltarse comidas, comer a solas o en la forma de comer como hacerlo extremadamente despacio, en trozos pequeños, dispersar la comida en el plato, entre otros.
  • Ejercicio compulsivo y malestar si no se entrena.
  • Cambios en la ropa para ocultar la figura.
  • Perfeccionismo, aislamiento social, descenso del rendimiento escolar.

La presencia de varias señales justifica consulta pediátrica para descartar un inicio de TCA y recibir orientación coordinada. Puedes escribirnos desde contacto.

Cómo hablarlo con tu hijo sin conflicto

Abordar el tema requiere cuidado y lenguaje no estigmatizante:

  • Escucha activa. Pregunta qué siente cuando usa determinadas aplicaciones y qué contenidos le provocan sensación de malestar.
  • Valida las emociones. “Entiendo que te pase esto cuando te comparas; busquemos contenidos que te hagan bien”.
  • Evita el enfoque pesocéntrico. Hablar desde salud y energía, no desde cifras.
  • Acuerdos claros. Horarios, diversidad de contenidos, configuración de privacidad y silenciado de etiquetas problemáticas.
  • Modelado familiar. Evita comentarios críticos sobre tu propio cuerpo y dietas extremas en casa. Sé el mejor ejemplo en el uso de los servicios digitales. 

Si la conversación se bloquea o hay negación, pide apoyo profesional. En la Unidad de Adolescencia utilizamos entrevistas motivacionales y planes individualizados.

Filtros, retos virales y modelos de belleza

Filtros. Alteran proporciones faciales y corporales hasta niveles poco realistas. La disonancia entre el rostro “sin filtro” y el “ideal” editado aumenta la autocrítica. Retos. Desde ayunos estrictos a pruebas de “medidas imposibles”. Puede haber un barniz de disciplina y bienestar, pero detrás aparecen reglas rígidas, culpa y aislamiento. Modelos de belleza. La repetición de un único ideal reduce la percepción de diversidad y ha sido relacionada con mayor insatisfacción corporal. Es clave construir la identidad corporal desde la diversidad de que todos los cuerpos son válidos y merecen ser cuidados con amor y respeto.

Redes sociales y trastornos alimentarios: pautas de higiene digital

  • Resetea el algoritmo. Deja de interactuar con contenidos que te hacen daño; busca activamente cuentas de bienestar no centradas en el peso, relaciones sanas con la comida, creatividad y ocio. Borra el historial de búsqueda.
  • Momentos sin pantalla. Comidas en familia, una hora previa al sueño y actividades al aire libre.
  • Notificaciones. Desactívalas para disminuir la probabilidad de revisarlas.
  • Privacidad y seguridad. Revisa quién puede enviar mensajes y comentar. Bloquea o silencia cuentas que incitan a dietas extremas o ridiculizan cuerpos.
  • Educación mediática. Identifica publicidad encubierta y ediciones digitales. Pregunta en casa: “¿Quién gana si me siento mal con mi cuerpo?”.

Estas medidas no sustituyen la intervención clínica cuando existe un TCA, pero ayudan a desactivar reforzadores digitales.

Papel del pediatra y del equipo multidisciplinar

El abordaje eficaz une pediatría, salud mental y familia:

  • Valoración médica. Constantes, peso, talla, analítica y signos de alarma.
  • Exploración digital. Horas de uso, contenido consumido, cuentas seguidas, retos y hábitos de edición de imagen.
  • Plan coordinado. Objetivos de higiene digital y de alimentación segura, con seguimiento programado.
  • Trabajo con el centro educativo. Ajustes en comedor, educación física y flexibilización académica cuando es preciso.

Consulta nuestra unidad de Trastornos alimentarios y la Unidad de Adolescencia. redes sociales y trastornos alimentarios

Guía rápida para el colegio

El colegio y el instituto son clave en prevención y detección:

  • Detección temprana. Cambios en rendimiento, ausencias a la hora del comedor y aislamiento.
  • Comunicación. Protocolo con la familia y el equipo sanitario, con consentimiento.
  • Entorno no pesocéntrico. Evitar comentarios sobre peso o dietas; educación en diversidad corporal.
  • Educación digital. Talleres sobre edición de imagen, comparación social, publicidad encubierta y privacidad.

Señales de urgencia que requieren atención inmediata

Acude a urgencias o contacta con tu pediatra si aparecen:

  • Pérdida de peso rápida o caída brusca de percentil.
  • Desmayos, mareos, palpitaciones, sentir frío cuando otros no los sientes o dolor abdominal persistente.
  • Vómitos autoinducidos o uso de laxantes/diuréticos.
  • Amenorrea en adolescentes que ya menstruaban.
  • Ideas de autolesión o depresión significativa.

Ante la duda, consulta precozmente en contacto.

Opinión de un paciente

“Soy madre de una chica de 15 años. Empezó con retos de ejercicio y cuentas de ‘comida limpia’. Dejó de merendar, evitaba comer con nosotros y solo quería publicar fotos con filtros. En la Unidad de Adolescencia nos explicaron con claridad la relación entre redes sociales y trastornos alimentarios y nos dieron pautas concretas para limpiar su feed, establecer horarios y trabajar la autoestima. Fue un proceso exigente, pero nos sentimos acompañados por un equipo coordinado. Hoy seguimos con seguimiento médico y psicológico y hemos recuperado rutinas familiares esenciales.”

Preguntas frecuentes

¿Cómo diferencio una etapa de cambios normales de un problema real?

Observa patrones que se mantienen: restricción o atracones, ejercicio compulsivo, obsesión con calorías, irritabilidad si se cambian rutinas, aislamiento. Si detectas varias señales, pide cita con pediatría. La detección temprana mejora el pronóstico.

¿Las redes sociales pueden causar un trastorno alimentario por sí solas?

No son causa única, pero pueden precipitar o agravar un TCA en jóvenes vulnerables, especialmente si hay insatisfacción corporal, ansiedad o perfeccionismo.

¿Conviene quitar el móvil si sospecho un TCA?

Depende de casa caso, La retirada punitiva puede incrementar el conflicto y ser necesario la ayuda profesional.

¿Qué hago si sigue cuentas pro-ana o de dietas extremas?

Habla sin juicios, explica por qué son peligrosas y bloquea esas cuentas. Sustitúyelas por perfiles que promuevan diversidad corporal y bienestar. Busca apoyo profesional si hay resistencia.

¿Afecta por igual a chicos y chicas?

Los TCA afectan a ambos. En varones puede focalizarse en musculación extrema o definición. Requieren la misma atención y cuidado.

¿Cuándo debo acudir al pediatra?

Cuando veas cambios persistentes en alimentación, peso, estado de ánimo o rendimiento; si hay mareos, desmayos, vómitos, uso de laxantes o ejercicio compulsivo; o si el uso de redes empeora su autoestima.

¿Se puede practicar deporte durante el tratamiento?

Depende de la valoración clínica. En ocasiones se pausan actividades exigentes hasta recuperar parámetros de seguridad. El objetivo es retomar una relación saludable con el movimiento.

¿Qué papel tiene el colegio?

Es clave en detección y acompañamiento. Puede coordinarse con la familia y el equipo sanitario para apoyos específicos y educación digital.

Lo esencial para familias y cómo podemos ayudarte

  • Los TCA son multifactoriales; el consumo de contenido centrado en el cuerpo puede aumentar el riesgo.
  • La desconexión digital y la crítica constructiva del contenido reducen la comparación y el malestar.
  • El lenguaje cuidadoso y la coordinación familiar mejoran la adherencia.
  • La intervención temprana y el trabajo en equipo cambian el pronóstico.

  ¿Necesitas una valoración o asesoramiento personalizado? Pide cita en Pediatría Ruber Internacional. Puedes escribirnos desde la página de contacto y consultar cómo llegar en dónde estamos. 📍 Hospital Ruber Internacional, C/ de La Masó, 38, 28034 Madrid 📞 91 387 51 47 📱 628 51 91 06 📧 pediatria.rbi@ruberinternacional.es 🌐 www.pediatriaruber.com

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Medicina de la Adolescencia

 

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familia y tdah

El papel de la familia en el tratamiento del TDAH

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo que acompaña a muchos niños y adolescentes en su día a día académico, social y familiar. Comprender su dinámica y, sobre todo, el papel de la familia en la intervención es decisivo para mejorar la calidad de vida del adolescente y de su entorno. La evidencia científica respalda un abordaje multimodal (psicoeducación, ajustes conductuales, coordinación escolar y tratamiento farmacológico) en el que el hogar es el primer escenario terapéutico. Para una introducción clara y rigurosa sobre definición, síntomas y tratamientos, puede consultarse la guía de MedlinePlus sobre TDAH, uno de los portales de salud más visitados del mundo.   Este artículo está escrito para madres, padres y cuidadores que desean pasar de la incertidumbre a la acción. A lo largo del texto hablaremos de familia y TDAH en términos prácticos: cómo organizar rutinas, cómo comunicarse sin dañar la autoestima, cómo coordinarse con el colegio y cómo acompañar el manejo de la medicación cuando está indicada. También verá cuándo conviene pedir una valoración especializada en nuestra Unidad de Pediatría y Medicina de la Adolescencia.   familia y tdah  

Qué entendemos por familia y TDAH: del diagnóstico a la convivencia

Familia y TDAH” no es solo el contexto donde se observan las conductas, sino la primera línea de intervención. La familia:

  • Observa y documenta los síntomas en distintos entornos (casa, parque, actividades).
  • Sirve de puente con la escuela y los profesionales sanitarios.
  • Implementa rutinas, normas y refuerzos positivos.
  • Ayuda a que el niño y el adolescente integren su diagnóstico sin estigma.
  • Acompaña la adherencia al tratamiento cuando el equipo clínico lo indica.

  El diagnóstico de TDAH se realiza por evaluación clínica, recogiendo historia evolutiva y conductual, y valorando el impacto funcional en al menos dos contextos (casa y escuela). Para el diagnóstico no se necesitan pruebas médicas, aunque en ocasiones se solicita un estudio neuropsicológico. Muchas familias llegan a consulta abrumadas por etiquetas contradictorias. La psicoeducación les permite comprender que el TDAH no es mala conducta ni falta de interés, sino una diferencia en el mantenimiento de la atención, en la regulación emocional, la impulsividad y la actividad secundarias a una base neurobiológica.  

Familia y TDAH: objetivos del tratamiento multimodal en casa

En la intervención familiar, los objetivos realistas son preferibles a los perfectos. Los principales:

  • Reducir la fricción diaria con sistemas de organización simples.
  • Aumentar la autonomía del adolescente paso a paso.
  • Proteger la autoestima, desconectando la valía personal del rendimiento escolar.
  • Mejorar el clima emocional con comunicación clara y acuerdos explícitos.
  • Coordinar apoyos con el centro educativo y el equipo clínico.

  La familia no “cura” el TDAH, pero modula su impacto y multiplica la eficacia del tratamiento clínico y escolar.  

Señales que la familia puede observar sin patologizar

No todo es TDAH, ni todo en el TDAH se explica por el diagnóstico. Observar con calma ayuda a priorizar:

  • Atención: pierde el hilo, olvida tareas, posterga, se distrae con facilidad.
  • Impulsividad: interrumpe, responde sin pensar, dificultad para esperar turnos.
  • Hiperactividad: necesidad de movimiento, inquietud motora o “motor interno”.
  • Organización: le cuesta iniciar, secuenciar y terminar una tarea.
  • Emoción: frustración rápida, cambios de humor, sensibilidad al rechazo.
  • Sueño y pantallas: retraso de la hora de dormir, despertares, uso excesivo de dispositivos.
  • Rendimiento: fluctuaciones marcadas pese a buen potencial.

  Registrar ejemplos concretos y su contexto (antes/después de pantallas, hambre, sueño, ejercicio) será muy útil en la consulta con el profesional de la Unidad de Medicina de la Adolescencia.  

Cómo explicar el diagnóstico en casa y reducir el estigma

La conversación “familia y TDAH” comienza por normalizar y nombrar. Claves:

  • Explicar en positivo: “Tu cerebro funciona con más chispa y necesita estrategias”.
  • Separar persona y conducta: “Te queremos igual cuando te sale y cuando no”.
  • Definir expectativas: “No buscamos perfección, buscamos progreso”. El TDAH no es una excusa para no avanzar.
  • Evitar comparaciones con hermanos o compañeros.
  • Modelo adulto: si los adultos pierden el control, se repara después con disculpas claras.

  Integrar el diagnóstico ayuda al adolescente a pedir ayuda y a entender qué le pasa.  

Organización y rutinas: la arquitectura invisible que sostiene el día

El TDAH no es un problema de saber qué hay que hacer, sino de ejecutar lo que ya se sabe. Por eso la organización es terapéutica:

  • Rutinas visuales por franjas (mañana, tarde, noche).
  • Una sola lista visible con 3 tareas “críticas del día”.
  • Externalizar el tiempo con un reloj analógico y temporizadores para bloques cortos (10-20 min).
  • Descomponer tareas: “estudiar biología” → “leer 2 páginas + subrayar + 5 preguntas”.
  • Regla del inicio fácil: comenzar por 2 minutos evita la barrera de arrancar.
  • Espacios organizados: mochila lista la noche anterior, material en un contenedor único.
  • Refuerzo positivo inmediato y específico: “Me gustó cómo empezaste sin que te lo pidiera”.

  Cuando hay dudas sobre la mejor manera de motivar o ayudar al adolescente, la coordinación con Neuropsicología Infanto-juvenil aporta protocolos de economía de fichas, contratos de conducta y entrenamiento a padres.  

Familia y TDAH y escuela: alianza práctica con el centro educativo

La escuela es el segundo escenario donde familia y TDAH deben funcionar en equipo. La Ley Orgánica 3/2020 de Educación recoge a los alumnos con trastornos de atención o de aprendizaje como alumnos con necesidades específicas de apoyos educativos (NEAE). Habitualmente es el equipo de orientación del colegio el que coordina las adaptaciones curriculares y no curriculares del alumno:

  • Reunión inicial para acordar objetivos realistas y ajustes (asiento preferente, fragmentación de tareas, tiempos extra, consignas por escrito). 
  • Agenda compartida (papel o digital) con entregas y exámenes.
  • Puntos de control semanales: “qué funcionó/qué ajustar”.
  • Retroalimentación breve del docente con foco en logros concretos.
  • Plan de exámenes: tiempo adicional, permitir demostración de aprendizaje en formatos variados cuando sea posible (oral, proyectos).

  Si existen dificultades de lenguaje o lectoescritura asociadas, puede ser necesaria una coordinación con PT (Pedagogía Terapéutica) o AL (Audición y Lenguaje) del centro escolar. En este aspecto los profesionales de psicopedagogía le harán las recomendaciones pertinentes.  

Gestión de emociones, impulsividad y conflictos en el hogar

La regulación emocional es parte central del binomio familia y TDAH. Pautas:

  • Regla del 80/20: 80% refuerzo positivo, 20% corrección.
  • Instrucciones de una sola frase y en tono neutro.
  • Paradas técnicas: retirar el estímulo antes de escalar (pausa breve y retorno).
  • Nombrar la emoción: “Estás frustrado; cuando baje la ola, lo hablamos”.
  • Reparación: después del conflicto, reconstruir el vínculo con un gesto claro.
  • Entrenar solución de problemas en 4 pasos: definir, idear opciones, elegir, revisar.

  El entrenamiento en habilidades socioemocionales con nuestro equipo de Psicología Infantil y Juvenil ayuda a consolidar estas herramientas.  

 

familia y tdah

Tecnología y sueño: pactos familiares que sí funcionan

El uso de pantallas, especialmente por la noche, empeora el círculo familia y TDAH – impulsividad – sueño:

  • Desconexión digital: retirar pantallas al menos 60-90 minutos antes de dormir. Cargar dispositivos fuera del dormitorio.
  • Aplicaciones útiles: crear una lista de apps permitidas (para estudio o relajación) y bloquear notificaciones en horarios establecidos.
  • Higiene del sueño: horarios regulares, luz solar por la mañana, habitación fresca y silenciosa.

  Cuando el insomnio es persistente, conviene revisar hábitos y consultar en la Unidad de Medicina de la Adolescencia.  

Alimentación, ejercicio y TDAH: el papel de la familia en hábitos que regulan

Hábitos que la familia puede sostener:

  • Desayuno saludable (ej.: un vaso de leche, con una tostada con aceite y jamón, una fruta) para estabilizar energía y atención.
  • Comidas regulares para evitar bajadas que disparen irritabilidad.
  • Agua a mano: la deshidratación empeora la concentración.
  • Ejercicio diario: idealmente aeróbico y en equipo o estructurado; mejora la atención y el sueño.

  Para planes personalizados y dudas, nuestro equipo de especialistas en Medicina de la Adolescencia puede evaluar y ajustar.  

Medicación y adherencia: lo que la familia debe conocer

En determinados casos, el equipo clínico puede indicar tratamiento farmacológico. Claves para la familia y TDAH:

  • La medicación no sustituye la intervención psicoeducativa ni las rutinas.
  • Debe administrarse exactamente como se prescribe; no ajustar por cuenta propia.
  • Observar respuesta funcional (inicio, pico y fin de efecto) y posibles efectos secundarios.
  • Registrar cambios en apetito, sueño y rendimiento para revisar en consulta.
  • Evitar mensajes ambivalentes como “La pastilla te ayuda, pero tú haces el trabajo”. En vez de esa frase, decir: “El tratamiento te ayuda a concentrarte mejor, y tú aprovechas esa ayuda para aprender”.

  La decisión, ajuste y seguimiento se realizan siempre con el especialista de referencia en la Unidad de Medicina de la Adolescencia.  

Roles dentro de la familia: hermanos, abuelos y separaciones

El TDAH impacta en todo el sistema familiar:

  • Hermanos: riesgo de comparaciones y resentimiento. Solución: tiempo individual de calidad, roles no parentales para hermanos mayores.
  • Abuelos: aliados valiosos si reciben la misma psicoeducación; evitar reinterpretar como “caprichos”.
  • Separaciones: coordinar normas básicas comunes en ambos hogares para que el adolescente no cargue con dobles reglas.

  La familia y el adolescente con TDAH se benefician de mensajes coherentes y de una red de apoyo con expectativas compartidas.  

TDAH en chicas adolescentes y enmascaramiento en casa

Como en otros trastornos del neurodesarrollo, el TDAH en las chicas puede expresarse con menos hiperactividad visible y más inatención, desorganización y ansiedad. Es frecuente el enmascaramiento (compensar a costa de esfuerzo interno), lo que retrasa el diagnóstico. La familia debe observar:

  • Cansancio extremo tras cumplir con todo.
  • Autocrítica elevada y miedo al error.
  • Problemas de sueño y somatizaciones.

  Ante la duda, conviene una evaluación con nuestro equipo de Medicina de la Adolescencia, en el que se incluye pediatra especialista en Medicina de la Adolescencia, psicólogo y psiquiatra infanto-juvenil.    familia y tdah  

Mitos frecuentes que dañan la convivencia familiar

 

“El TDAH se pasa solo al crecer.”

“Si quiere, puede; es cuestión de esfuerzo.”

“La medicación cambia la personalidad.”

“Es un problema de límites.”

“Las pantallas causan TDAH.”

  La realidad: el TDAH tiene una base neurobiológica, la motivación varía con el sistema de recompensa, y la medicación bien indicada no “cambia” a nadie; permite autorregular mejor.  

Señales de alarma que requieren revisión clínica

Señales de alarma que requieren evaluación médica, tanto en adolescentes con TDAH con/sin tratamiento y en adolescentes sin TDAH:

  • Deterioro notable del estado de ánimo o ideación autolesiva.
  • Insomnio persistente que afecta al rendimiento.
  • Pérdida de peso o cambios alimentarios llamativos.
  • Conflictos familiares que escalan con frecuencia.
  • Consumo de sustancias o conductas de riesgo.

En estos casos, coordinar evaluación con la Unidad de Medicina de la Adolescencia es prioritario.  

Opinión de un padre

“Llegamos muy cansados a la consulta porque cada tarde era una batalla. La doctora nos preguntó a fondo por nuestro hijo y luego, se quedó a solas con él. Luego nos explicó qué era realmente el TDAH y cómo afectaba a la vida. Nos explicó el tratamiento en casa, en el colegio y le puso medicación. Al principio nos daba miedo, pero ella nos explicó los pros, los contras y decidimos hacerle caso. En dos semanas bajaron los gritos y mi hijo empezó a estar más contento y motivado.  Separamos sus notas de su valía. Ahora hablamos más y discutimos menos. Seguimos teniendo retos, pero hay un plan y nos sentimos acompañados.” — Padre de un adolescente de 13 años atendido en la Unidad de Adolescencia.  

Preguntas frecuentes

 

¿El TDAH se cura?

No se “cura” en el sentido tradicional. Es un trastorno del neurodesarrollo que se gestiona combinando psicoeducación, estrategias conductuales, apoyos escolares y, en algunos casos, medicación. El objetivo es funcionar mejor y reducir el impacto en el día a día.  

¿Cómo sé si mi hijo necesita medicación?

La indicación la realiza el especialista tras valorar síntomas, impacto funcional y respuesta a las intervenciones no farmacológicas. La decisión es individualizada y se revisa periódicamente.  

¿La medicación los vuelve “zombis”?

No debería. Un ajuste adecuado mejora la autorregulación sin anular la personalidad. Si hay apatía o desánimo, se revisa dosis y pauta con el médico.  

¿Qué ajustes puede pedir la familia en el colegio?

Fragmentar tareas, instrucciones por escrito, asiento preferente, tiempos extra en exámenes, evaluación flexible de la comprensión y retroalimentación frecuente.  

¿El ejercicio ayuda al TDAH?

Sí. El ejercicio regular mejora la atención, estado de ánimo y sueño. Lo ideal es combinar actividad aeróbica con juego estructurado.  

¿Qué hago si en casa se enfada con facilidad?

Como padres no debemos entrar en todas las batallas: hay qué elegir qué es prioritario, ya que si no la sensación del adolescente es que hace todo mal. Hay que evitar la escalada del conflicto, usar instrucciones breves, aplicar paradas técnicas, nombrar la emoción y reforzar el inicio de conductas adecuadas. Si los conflictos son frecuentes, consultar con el equipo médico-psicológico.  

¿Cómo manejar las pantallas?

Establecer un toque de queda digital 60-90 minutos antes de dormir, retirar dispositivos del dormitorio, bloquear notificaciones por tramos y seleccionar contenidos. Para más información, se recomienda ver el Plan digital familiar de la Asociación Española de Pediatría.  

¿Las niñas pueden tener TDAH aunque no sean hiperactivas?

Sí. Con frecuencia predomina la inatención y el enmascaramiento. Si hay desorganización, ansiedad y fatiga por “cumplir con todo”, conviene valorar.  

Familia y TDAH: cierre práctico y cómo podemos ayudarte

La combinación familia y TDAH es el corazón del tratamiento. Cuando el hogar ofrece estructura, comunicación clara y refuerzo positivo, el adolescente desarrolla herramientas de autorregulación que perduran. Si a esto sumamos coordinación escolar y seguimiento clínico, el cambio es tangible: menos fricción diaria, más autonomía y mejor autoestima.   Si necesitas una valoración integral o quieres poner en marcha un plan de acción adaptado a tu caso, estamos a tu disposición: Unidad de Pediatría y Medicina de la Adolescencia del  Hospital Ruber Internacional.

Si observas alteraciones físicas o emocionales que te preocupan, puedes pedir cita con nuestro equipo de especialistas de la Unidad de Pediatría y Medicina de la Adolescencia del hospital Ruber Internacional.

📍 Hospital Ruber Internacional, C/ de La Masó, 38, 28034 Madrid

📞 91 387 51 47

📱 628 51 91 06

📧 pediatria.rbi@ruberinternacional.es

🌐 www.pediatriaruber.com      

 

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Dra. Fabiola - Unidad de Pediaría y Adolescencia Ruber Internacional  

 

Dra. Fabiola Guerrero Alzola

Especialista en Pediatría y Medicina del adolescente y adulto joven

 

 

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cambios hormonales en la adolescencia

Cambios hormonales en la adolescencia: cómo afectan al ánimo, al sueño y la conducta

La adolescencia es una etapa fascinante y compleja. Entre los 10 y los 18-21 años, el cuerpo y el cerebro de los jóvenes atraviesan transformaciones profundas que marcan su desarrollo hacia la vida adulta. Es lo más parecido a una metamorfosis. Detrás de muchos de estos cambios se encuentran las hormonas, unas sustancias que actúan como mensajeros químicos y que influyen no solo en el crecimiento físico, sino también en el estado de ánimo, el sueño y la conducta.  

Según MedlinePlus, las hormonas son esenciales para el desarrollo sexual, el metabolismo, el crecimiento y el equilibrio emocional. Comprender los cambios hormonales en la adolescencia permite a padres y educadores acompañar mejor a los jóvenes, detectar alteraciones a tiempo y fomentar hábitos saludables que favorezcan su bienestar integral.  

 

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cambios hormonales en la adolescencia

 

Qué son los cambios hormonales en la adolescencia

Las hormonas son sustancias producidas por las glándulas endocrinas que circulan por la sangre y regulan numerosas funciones corporales. En la adolescencia, en el cerebro se activa el eje hipotálamo-hipófisis-gonadal, desencadenando una cascada hormonal que estimula el crecimiento, la maduración sexual y el desarrollo emocional.   En esta etapa, las gónadas, los testículos y los ovarios, comienzan a producir estrógenos, testosterona y progesterona, mientras que otras, como la tiroides o las suprarrenales, también ajustan su funcionamiento para adaptarse a las nuevas necesidades del organismo.   Estos cambios hormonales en la adolescencia no ocurren de un día para otro, sino que se desarrollan progresivamente. Algunos adolescentes comienzan antes o después, y sus reacciones físicas y emocionales varían según factores genéticos, nutricionales y ambientales.  

Principales hormonas implicadas

Durante la pubertad, el cuerpo produce una combinación de hormonas que actúan sobre distintos sistemas del organismo. Las más conocidas son:

  • Hormona del crecimiento (GH): estimula el aumento de estatura, masa muscular y desarrollo óseo.
  • Hormonas sexuales (estrógenos y testosterona): responsables de los cambios físicos como el vello corporal, la voz más grave, el aumento del pecho o la menstruación.
  • Progesterona: regula el ciclo menstrual y el equilibrio hormonal en las mujeres.
  • Cortisol: hormona del estrés, que puede afectar al sueño, al estado de ánimo y a la concentración.
  • Melatonina: regula el ritmo del sueño y suele alterarse durante la adolescencia, provocando cambios en los patrones de descanso.

  Estas hormonas junto a otras trabajan de forma coordinada, pero cuando sus niveles varían bruscamente —algo habitual en esta etapa— pueden influir en la conducta, la vitalidad y el bienestar emocional.  

Cómo afectan los cambios hormonales en la adolescencia al estado de ánimo

Uno de los efectos más visibles de los cambios hormonales en la adolescencia es la variabilidad emocional. Es normal que los adolescentes experimenten altibajos de humor, irritabilidad o sensibilidad ante situaciones cotidianas.   Las fluctuaciones de estrógenos, testosterona y cortisol pueden provocar:

  • Cambios repentinos de ánimo.
  • Mayor sensibilidad ante la crítica.
  • Episodios de frustración o tristeza.
  • Necesidad de independencia y búsqueda de identidad.

Estos procesos forman parte del desarrollo emocional, pero también pueden significar síntomas de ansiedad o depresión si se prolongan o afectan a la vida diaria. En esos casos, es importante consultar con un especialista. En la Unidad de Pediatría y Medicina de la Adolescencia, del que forman parte profesionales de pediatría, psiquiatría y psicología infantil y juvenil, el acompañamiento profesional ayuda a distinguir entre cambios normales y síntomas de alarma.  

La influencia hormonal en el sueño adolescente

El sueño es uno de los aspectos más afectados por los cambios hormonales en la adolescencia. Durante la pubertad, el reloj biológico se desplaza: la secreción de melatonina —la hormona que induce el sueño— se retrasa, lo que hace que los adolescentes tiendan a dormirse y despertarse más tarde de forma fisiológica.    Además, el uso de pantallas y la exposición a la luz azul empeoran ese retraso, generando falta de descanso y somnolencia diurna. La melatonina y el cortisol actúan de manera opuesta: mientras la primera promueve el sueño, el segundo estimula la alerta. Por ello, el estrés académico o las preocupaciones sociales pueden alterar el descanso.   Dormir menos de lo necesario (8-10 horas, según necesidades personales) afecta a la memoria, a la concentración y a la regulación emocional. En la Unidad de Medicina de la Adolescencia, los especialistas abordan de manera integral estos trastornos, realizando un abordaje integral del sueño del adolescente, combinando pautas de higiene del sueño con tratamiento médico cuando fuera necesario.  

Cambios hormonales y conducta: impulsividad, motivación y relaciones sociales

Las hormonas también influyen en el comportamiento. La testosterona, por ejemplo, puede aumentar la impulsividad o la necesidad de asumir riesgos, mientras que los estrógenos están relacionados con la empatía y la sensibilidad emocional.   Durante este periodo, el cerebro adolescente aún está en desarrollo, especialmente el córtex prefrontal, encargado del control de impulsos y la toma de decisiones. Es decir, el conductor de nuestro cerebro está en formación. Esta combinación de alta carga hormonal y maduración cerebral en curso explica muchos comportamientos típicos:

  • Reacciones intensas ante la frustración.
  • Búsqueda de aprobación social.
  • Curiosidad por nuevas experiencias.
  • Dificultad para planificar o prever consecuencias.

Lejos de ser un problema, estas actitudes son parte del proceso de aprendizaje y consolidación de la identidad. Sin embargo, cuando los cambios hormonales generan alteraciones importantes en la conducta, puede ser recomendable una valoración médica o psicológica.    

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Alimentación y ejercicio: aliados del equilibrio hormonal

Una dieta equilibrada y el ejercicio regular pueden ayudar a mantener la estabilidad durante los cambios hormonales en la adolescencia. El cuerpo necesita nutrientes adecuados para producir y regular las hormonas correctamente.  

Recomendaciones básicas para la alimentación:

  • Dieta equilibrada, que incluya frutas y verduras, cereales integrales, legumbres, pescado, carnes, huevos y leche. 
  • Evitar el exceso de azúcares refinados y ultraprocesados.
  • Mantener una correcta hidratación.
  • Practicar actividad física moderada diaria.

El ejercicio mejora la secreción de endorfinas, reduce el estrés y favorece la calidad del sueño. En la Unidad de Medicina de la Adolescencia, el pediatra, endocrino y nutricionista infanto-juvenil, ofrece orientación personalizada para establecer hábitos saludables adaptados a cada edad.  

 

cambios hormonales en mujeres adolescentes

Cuándo consultar al especialista

Aunque los cambios hormonales en la adolescencia son naturales, hay señales que pueden indicar la necesidad de una valoración médica:

  • Pubertad muy precoz (antes de los 8 años en niñas o 9 en niños). Se considera pubertad precoz si la niña comienza con botón mamario o en el niño aumenta el volumen testicular > 4 ml.
  • Retraso en el desarrollo físico o ausencia de cambios tras los 14 años.
  • Cambios bruscos de peso sin causa aparente.
  • Alteraciones menstruales persistentes.
  • Trastornos del sueño o del estado de ánimo prolongados.

En Pediatría del hospital Ruber Internacional, el abordaje de la adolescencia es integral y coordinado. El equipo de pediatría, endocrinología y psicología trabaja de forma conjunta para acompañar a cada joven en su desarrollo físico y emocional.  

 

cambios hormonales

Opinión de una madre

«Mi hijo comenzó la adolescencia con muchos altibajos emocionales. Dormía mal, estaba más irritable y nos costaba entender qué le pasaba. En la Unidad de Adolescencia de Ruber Internacional nos ayudaron a comprender que eran cambios hormonales normales, pero también nos enseñaron pautas para mejorar su descanso y comunicación. Hoy lo vemos más tranquilo y seguro de sí mismo.» — Madre de paciente de 14 años.  

Preguntas frecuentes sobre los cambios hormonales en la adolescencia

 

¿A qué edad comienzan los cambios hormonales en la adolescencia?

Generalmente entre los 10 y los 12 años en las niñas, y entre los 11 y 13 en los niños, aunque puede variar según factores genéticos y ambientales.  

¿Por qué los adolescentes tienen cambios de humor tan frecuentes?

Las fluctuaciones hormonales afectan la serotonina y otras sustancias del cerebro, provocando variaciones emocionales que son parte del desarrollo normal.  

¿Los cambios hormonales pueden causar acné?

Sí. El aumento de testosterona estimula las glándulas sebáceas, lo que puede generar obstrucciones y aparición de granos o acné.  

¿Es normal que cambien los horarios de sueño?

Sí, la melatonina se libera más tarde, haciendo que los adolescentes tiendan a acostarse y despertarse más tarde.  

¿Cuánto duran los cambios hormonales?

El proceso puede extenderse entre 5 y 8 años, dependiendo del ritmo madurativo individual.  

¿Las hormonas afectan la memoria y la concentración?

Sí. Los cambios hormonales pueden alterar la atención y la memoria a corto plazo, aunque suelen mejorar con el tiempo.  

¿Qué alimentos ayudan al equilibrio hormonal?

Una dieta rica en frutas, verduras, pescado, legumbres, frutos secos y cereales integrales favorece la producción equilibrada de hormonas.  

¿Cuándo es necesario acudir al médico o al endocrinólogo?

Si existen alteraciones en el crecimiento, irregularidades menstruales o síntomas emocionales persistentes que afecten a la vida diaria.  

Acompañar los cambios con empatía y orientación profesional

La adolescencia no es una tormenta, sino una transformación. Comprender los cambios hormonales en la adolescencia ayuda a las familias a entender ese proceso, a ofrecer apoyo adecuado a su hijo y darle la orientación adecuada… y a tener paciencia en esa metamorfosis. En esta etapa, la comunicación abierta y los hábitos saludables son claves para que el adolescente viva este proceso con equilibrio. No debemos olvidar que en ocasiones es necesario acompañamiento, asesoramiento y tratamiento médico.   

Si observas alteraciones físicas o emocionales que te preocupan, puedes pedir cita con nuestro equipo de especialistas de la Unidad de Pediatría y Medicina de la Adolescencia del hospital Ruber Internacional.

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Dra. Fabiola - Unidad de Pediaría y Adolescencia Ruber Internacional

 

 

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Especialista en Pediatría y Medicina del adolescente y adulto joven

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